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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS FORESTALES Y AMBIENTALES

ESCUELA DE INGENIERÍA FORESTAL

 

Botánica

HISTORIA

El culto a las plantas  

El papel del Reino Vegetal en las religiones de los antiguos pueblos

En las religiones de los pueblos de la antigüedad el Reino Vegetal fue objeto de un culto particular, en nada inferior al que profesó, e incluso hoy en día algunos pueblos profesan, del reino animal. Este hecho es consecuencia natural de la situación del hombre en la Naturaleza, uno de cuyos elementos, las plantas, tuvo siempre a mano, pues de ellas hubo de nutrirse y vestirse sin hallar en ellas el inconveniente del retraimiento y la fuga, propio de la mayor parte de los animales. Por esta razón, el reino vegetal no dio a la credulidad y a la imaginación menos pábulo que los demás reinos de la Naturaleza.

Habiendo la flora desempeñado, no menos que la fauna, un principal y perpetuo papel en la vida del hombre, puede afirmarse que no hay esencia forestal, ni hierba saludable o dañina, ni planta alimenticia o útil que, por su forma, su color, sus frutos y su empleo, haya dejado de ejercer influencia en las costumbres, la salud y el pensamiento de los individuos y los pueblos; ni hay tampoco que extrañarse de que el hombre, en su tendencia de hallar una explicación a cuanto escapa a su conocimiento y comprensión, atribuyese las virtudes de las plantas primero a algún poder oculto, luego a genios caprichosos y, finalmente, a divinidades de varias categorías.

El culto en los pueblos indoeuropeos

En los pueblos indoeuropeos el culto de las plantas formó parte importante de sus creencias. Los Vedas, libros sagrados de los hindúes escritos en sánscrito primitivo, contienen referencias a rituales y divinidades relacionadas con las plantas.

Los vedas son un conjunto de plegarias, fórmulas rituales y mágicas e himnos religioso-filosóficos, dictados, según la tradición, por Brahma (primer creador); fueron compuestos a lo largo de un periodo que empieza antes del s. VII a.C. Los Vedas son cuatro: el Rig-Veda, el Sama-Veda, el Yajur-Veda y el Atharva-veda, pero en sentido más amplio se aplica también este nombre a otros libros como los Brahmanas y Upanishads, obras de exégesis y comentario de los Vedas propiamente dichos; todos ellos constituyen el más antiguo monumento de la literatura india.

Concretamente en el Rig-Veda se lee: "Hay seis grandes divinidades: el cielo y la tierra, el día y la noche, las aguas y las plantas", y en muchos de los himnos védicos se registran fórmulas como esta: "¡Guárdennos y protéjannos las plantas, los bosques, las colinas coronadas de árboles; invoquemos las plantas, los árboles, el follaje!". Y aún hoy en la India cada una de las aldeas tiene su árbol sagrado.

El culto en la primitiva Grecia

La primitiva Grecia practicó el culto de los bosques; anteriormente a la invasión helénica las encinas de Donona pronunciaban oráculos, y debajo de sus ramas se albergaba el gran Dios de los pelasgos epirotas, los Graikoi, y en toda la Grecia, tanto la europea como la asiática, no hay santuario que no tenga su bosque sagrado.

Las Hespérides, ninfas del poniente, hijas de Atlas y de Hésperis; velan las manzanas de oro que Hera recibió de Gea como regalo por su matrimonio; los antiguos situaban el jardín de las Hespérides en el extremo del mundo occidental. Con su mito del árbol del fruto de oro, son un testimonio del significado religioso que tenían las concepciones espirituales de Grecia.

La ferviente adoración de los galos a los bosques y árboles

Los galos eran silvícolas (cultivadores de los montes y bosques) por excelencia y fervientes adoradores de los bosques y los árboles; testigo de esto son la selva de los Carnutes, centro de la religión druídica; los Vosgos, los Ardennes, la Selva Negra, sitios todos de verdadero culto a las divinidades forestales.

Entre los galos, el roble era el árbol sagrado por excelencia, sobre todo si llevaba el muérdago, parásito que, como es sabido, era objeto de particular veneración, dando su recolección lugar a interesantes ceremonias.

Entre los druídas (sacerdotes de los galos), nada era más sagrado que el muérdago y el árbol a que éste estaba adherido, especialmente si era un roble, árbol que con preferencia escogían para sus bosques sagrados y no practicaban ceremonia religiosa alguna sin la presencia de sus ramas. El muérdago criado en la corteza de un roble, era mirado a modo de un enviado celestial y como una señal de la elección que Dios mismo había hecho del árbol.

Por lo demás, el muérdago adherido al roble era muy raro, y al hallarlo se le recogía con gran ceremonial; ante todo, se había de coger en el sexto día de la luna, día que era el comienzo de sus meses, de sus años y de sus siglos, que duraban treinta años; día en el que la luna, aunque no en la mitad de su carrera, estaba ya en la plenitud de su fuerza y al que daban un nombre que significa remedio universal; una vez preparado debajo del árbol todo lo necesario para los sacrificios y para un banquete, traían dos toros blancos, a los que se les ataban por primera vez las astas; entonces subía al árbol un sacerdote vestido de blanco y cortaba con una podadera de oro el muérdago, el cual caía en una saya blanca; luego se inmolaban las víctimas. Es creencia común que el muérdago, tomado en bebida, da la fecundidad a los animales estériles y sirve de triaca contra toda clase de venenos.

 

El culto en los pueblos americanos

En América no está menos probado el culto a los árboles: Charlevoix observó en Acadia el culto tributado a un frondoso árbol que crecía aislado en la playa, y en las llanuras abrasadoras de la Patagonia, Darwin vio el árbol sagrado de Walitchu, al que saludan religiosamente los gauchos, y al que los transeúntes ofrecen cigarros, cintas, pan y carne conservada.

Los peruanos, los nicaragüenses y mexicanos, profesan una especial veneración a las plantas; los tahitianos adoran las varúas o almas de los frutos y los árboles, y una vez muertos, los envían a los misteriosos paraísos de Bolotu.

El árbol cosmogónico

Finalmente, la concepción del árbol cosmogónico (creador o sostenedor del universo) se halla más o menos extendida en casi todos los pueblos de la antigüedad. En su forma más rudimentaria lo vemos en las islas Andaman y entre los negros mincopis, quienes como una reminiscencia de los tiempos en que vivían sobre los árboles, tienen en su cosmogonía un árbol inmenso que sostiene el mundo y cuyas raíces llegan hasta el reino de los muertos; los vivientes están domiciliados en sus ramas y en su cepa habitan las almas de los que se fueron y que se esfuerzan en sacudirlo; a cada sacudida se desprende un viviente, a modo de fruto maduro y rueda hacia el abismo.

En la India, el árbol salió del océano primitivo, de un mar de leche agitado por los dioses creadores y que se yergue a través de los cielos; los sabios (vasishthas) se remontan de piso en piso en el árbol misterioso que tiene mil ramas; en lo más profundo del abismo, Ahir-Budhnya y Danu, enormes serpientes, abrazan y rodean la raíz del árbol del mundo.

Los indoeuropeos del Norte tienen también su gigantesco Ymer, del que salieron los dioses y los hombres; pero dieron a la leyenda del árbol una grandeza salvaje. El eda escandinavo celebra el árbol Igdrasill, de tres raíces y con la copa coronada de estrellas; una de las raíces está en el cielo, otra en la tierra y otra se sumerge en los infiernos; cerca de la primera se hallan los tres genios Urda, Verdandi y Skulda, que presiden al pasado, presente y porvenir; el agua del pozo de Mimer baña la raíz terrestre; la raíz infernal se halla muy cerca del lago de Hvegelnor, asiendo del dragón Nidohgr y a su alrededor planea el águila Hvesvelgr; en su base la serpiente Iormundgandr enrolla sus anillos guardada por el perro Garm, el lobo Fenris o Freki y Hel, dioses de la muerte; el árbol atraviesa y sostiene los nueve mundos; la luna (macho) Mani, y Suna (hembra) el sol, describen sus circuitos alrededor de la cepa, montando cada uno de ellos en un carro de un solo caballo.

Los pueblos y especies objeto de culto.

En Egipto se veneraban la cebolla, las legumbres y el loto; los dayakos, de Borneo, invocan el alma del arroz y le suplican que no abandone la planta para no quedar condenados a un hambre segura; los tonganos veneran las patatas y hacen ofrendas a la diosa agrícola Alo-Alo, y los tahitianos hacen lo propio con el genio Ofanu, protector del taro y del árbol del pan.

En Nicaragua, Nuevo Méjico y Perú sus primitivos habitantes rendían culto al maíz y a las habichuelas, y una de las grandes fiestas celebradas antiguamente en el Perú era la de Aymori, consagrada a la recolección de los cereales: en ella el maíz era el verdadero héroe; los sacerdotes llevaban en tributo cestas llenas de mazorcas, y los dioses a quienes se ofrecía se consideraban los inventores y protectores de la agricultura

Entre los iroqueses, el trueno (Heno) fue elegido patrono de la simiente y de la cosecha, y los indios le llaman su abuelo. Tupan, otro dios del trueno, fue el que enseñó el uso del azadón a los brasileños. Tamoi, ascendiente celeste, enseñó el laboreo del campo a los guaraníes. Los mexicanos hacen fiestas a Centeot, dios encargado de fomentar el crecimiento y la conservación de los cereales. Finalmente, para los peruanos, los inventores de la agricultura fueron Manco Capac y Mama Oello, el primer hombre y la primera mujer.

Clasificación de las plantas según su empleo

Teniendo en cuenta las varias formas en que el hombre ha hecho de las plantas el objetivo de sus anhelos, tanto espirituales como relacionados con otros órdenes de la vida, podemos dividir las plantas en los siguientes grupos: sagradas, mágicas, funerarias y eróticas.

¨       Sagradas: Las supersticiones botánicas son tan antiguas como el espíritu; entre éstas merece citarse la de los árboles sacrivi, que tan gran horror inspiraban en la Edad Media a los encargados de la cura de almas, habiendo sido objeto de condenación en varios concilios las prácticas supersticiosas que con ellos hacía el pueblo ignorante, levantando altares en sus troncos, poniéndoles manjares y suplicándoles protección y auxilio.

Se refieren testimonios escritos de un viajero llamado Marino, en su libro De expeditione japonica, que en 1632, en Conchinchina, un árbol centenario había sido derribado por un fuerte vendaval y del cual se decía que había revelado ser un caudillo chino que había vivido algunos siglos antes y, finalmente había sido convertido en tronco; a éste le ponían varias clases de comida los naturales del país, para que no pereciese de hambre el héroe que debajo de su corteza se albergaba.

¨       Mágicas: Además de los árboles sagrados, son dignas de mención algunas hierbas relacionadas con los sacrificios; tales son las plantas mágicas. Sus propiedades extraordinarias se atribuían a la presencia de una divinidad por el espíritu religioso, mientras que el espíritu supersticioso las atribuía a efectos mágicos; así, pues, el espíritu religioso produjo la creencia en las hierbas y árboles sagrados, el espíritu supersticioso la creencia en las plantas mágicas.

Entre las hierbas mágicas ocupan preferente lugar la  Kuca, especie de verbena, a menudo citada en los rituales védicos como preservativo contra infinidad de males físicos y garantía de prosperidad y bienandanza. La menta o hierbabuena, de la cual dice el geógrafo e historiador griego Estrabón que el número de sus virtudes es infinito.

La mandrágora, planta mágica y erótica por excelencia, fue en la antigüedad objeto de superstición, en parte por la representación humana de su raíz, era usada como afrodisíaco y filtro de fecundidad, las brujas y hechiceras hacían uso de ella, sobre todo para los maleficios, con  los ungüentos que preparaban a base de esta planta experimentaban alucinaciones y estados de euforia, que les permitían "volar" con la imaginación mientras el cuerpo permanecía en un sopor.

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La Ruda era muy apreciada por las mujeres, a la que atribuían virtudes mágicas

La Mandrágora era una planta erótica por excelencia, muy utilizada por las brujas y hechiceras para sus maleficios

¨       Funerarias: Las plantas funerarias son propiamente aquellas a las que se ha atribuido un poder funesto a causa de su color oscuro y otras circunstancias, las cuales parecen avisar la muerte, así lo afirma J.B. Porta en su Phytognomonica (Nápoles, 1588); sin embargo, lo más común es dar este calificativo a las plantas que adornan los lugares de reposo y descanso, o sea los cementerios; entre las cuales hay algunas tóxicas, como la adelfa; pero gran parte de las plantas funerarias son sencillamente un símbolo de eternidad o vida eterna, a la que han pasado los seres cobijados debajo de su sombra.

Entre las plantas o árboles con una importante significación funeraria ocupa un lugar preferente el ciprés, símbolo a la vez de la generación, de la muerte y del alma inmortal.

El ciprés, irguiéndose al lado de las tumbas y a la puerta de las casas patricias que guardaban luto, no sólo significaba el dolor de los sobrevivientes y la tristeza de la muerte, sino más bien la esperanza en una resurrección.                                                                                                                                                                                   Cipres

¨       Eróticas: La mitología contiene una larga serie de hierbas que tienen la virtud de inspirar el amor. Ya en los tiempos védicos se conocían las plantas que proporcionaban filtros poderosos, en el Rig-veda (X,97) y el Yagurveda negro (IV,2) se dice que el rey de las hierbas es Soma y que la mejor hierba es la que procura el amor; en otras palabras, que Soma, la hierba lunar, la ambrosía lunar (y por ende, la planta de la que se prepara el soma del sacrificio), Sarcostema acidum (Asclepiadacea), es la hierba suprema. En dicho lugar, el dios del amor, Kama se personifica en el árbol kumatara; kumalata (bejuco de amor) designa la Bignonia olens; kumavati y kumini o amorosa, se aplica a una especia de cúrcuma, el kamalu o vaso del amor, se identifica con la Bauhinia variegata, variedad encarnada del Diospiros.

 

BIBLIOGRAFIA

 

http://www.natureduca.com/botan_hist_culto1.htm

 

http://www.natureduca.com/botan_hist_culto2.htm

 

http://www.natureduca.com/botan_hist_culto3.htm

 

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http://www.natureduca.com/botan_hist_culto7.htm

 

http://www.natureduca.com/botan_hist_culto8.htm

 

 

 

 


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